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EDUCAR CONSCIENTE

today28 octubre, 2024 4 1

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Vivimos en una sociedad donde solemos fomentar la división en lugar de la unidad que somos. Es, en la mayoría de las veces, un acto inconsciente fruto de nuestra mirada limitada, donde priorizamos nuestra mente condicionada por encima de la del corazón.

Esa unidad la hemos de fomentar desde cualquier actividad e interacción humana a cada instante de nuestra vida. La tarea es compleja, aunque disponemos de la capacidad para ello. Si no, no estaríamos aquí, solamente hemos de sembrar semillas a cada instante en esa dirección.

La educación forma parte de un todo, e intervienen: la escuela, las personas que se dedican a la docencia, los padres y/o tutores de los hijos y evidentemente ellos que son las que la reciben.

Educar, es tarea de los padres y/o tutores. La escuela y las personas docentes, la extensión de ellos, donde todos tienen un objetivo común que, al menos para mí, debería centrarse o pivotar en el desarrollo del ser humano.

Por lo tanto, quizás, hemos de empezar los padres a ampliar nuestra mirada y ser conscientes de que nuestra unidad familiar, se sustenta, en parte, de patrones familiares. Sin extenderme en la amplitud del concepto, me centraré en al menos dos que me parecen importantes.

El primero es el hecho de que, a la hora de desear y concebir un bebé, tenemos muy asumido que en ese deseo intervienen únicamente dos personas: la madre y el padre. Quizás hemos de ampliar ese pensamiento y ser conscientes de que hay un tercero: El bebé. Sí, como yo creo, venimos a este mundo con una tarea que llevar a cabo, quiere decir que existe una intención del alma del ser que va a venir, que se suma a las almas de sus padres. Por lo tanto, en esa unidad familiar, cada integrante de la misma, cumple una función donde, en las interacciones que se producen, todos estarán aprendiendo de todos.

El segundo es el hecho de cambiar la mirada y ampliarla. Hemos asumido, muchas veces, que los padres son los que dicen lo que hay que hacer, y los hijos han de obedecer sin rechistar. Y sin querer entrar en detalle dado que es extenso, ni frivolizar, si comparto el pensamiento para ampliar la mirada de que nuestros hijos son nuestros maestros, y en ningún caso esa afirmación significa que debemos tener pleitesía hacia ellos, si no comprender que los hijos suelen ser espejos que nos muestran aspectos de nosotros mismos que, o no hemos sabido ver o que nos cuesta trascender o liberar de nuestros patrones familiares inconscientes. Desde mi manera de entender la vida, parte de la tarea de los hijos es esa, además de realizar su propio camino. Y para los que son padres, como yo, les digo que no hay nadie en este mundo que no haya sido hijo; por lo tanto, todos somos maestros. Los hijos, que somos todos, no son propiedad de nadie, sino que somos hijos de la vida, donde ésta se manifiesta a cada inspiración y expiración para que la consciencia se amplíe y crezca. La humanidad que somos, evoluciona y va asumiendo mayor consciencia a través de este proceso continuo que es una tarea en la que participamos todos.

Nadie posee un manual y aprendemos a cada instante. En mi caso, como padre que soy, he cometido errores, faltaría más, aunque me quedo con lo aprendido. Es por ello que, para mí, una educación consciente donde el desarrollo del ser humano sea el eje, debe fomentar:

  • Una comunicación empática al haber una voluntad de comprender al otro:
  • La gestión de las emociones, que muchas de ellas las llevamos atrapadas sin ser conscientes, y cómo liberarlas.
  • El diálogo positivo, que incluye el aprender a poner límites. Firme y desde el respeto, para impulsar a que abran sus alas en lugar de cortárselas.
  • El fomento de la creatividad, como parte de la esencia del ser humano.
  • La curiosidad y el criterio propio.
  • La independencia para que aprendan a resolver por sí mismos.
  • Los límites saludables, que es una expresión de amor más elevada que el consentir todo.
  • Colaborar en lugar de competir, entendiendo que competir, compite cada persona consigo misma para ser mejor ser humano.
  • El amor al prójimo, ya que, sin él, el crecimiento no es posible, todos somos espejos.
  • El contacto con la naturaleza y saber respetar a nuestro planeta, ya que, una nos conecta con nuestra esencia, y con el respeto, aprendemos a respetarnos, a amarnos a nosotros mismos. El ser humano no está separado ni de una ni del otro.
  • La pausa, en lugar de reaccionar, el silencio, para conectar con uno mismo y a que busquen su verdad dentro de sí mismos, su trascendencia.

Qué bueno que cada vez más las escuelas estén abiertas a esa mirada humanista, además de compartir conocimientos e incluso la entiendan más allá de sus muros y lo hagan desde una mentalidad abierta.

La ciencia y la espiritualidad, forman parte del ser humano. Hoy en día, cada vez más, vemos cómo estos dos mundos tienden a converger. Encontrar el equilibrio entre ambas es, quizás, la tarea más retadora que tenemos hoy en día, donde hay un desequilibrio que produce ansiedades, miedos y un sentimiento de falta de libertad. Quizás llevamos estacas mentales que, como el símil del elefante anclado a una estaca, nos impiden expresar el potencial de que, como seres humanos, disponemos. Valemos mucho más de lo que creemos.

27 de octubre 2024

 

Josep Maria Verdaguer López

Autor y Mentor

 

https://www.josepmariaverdaguer.com

Escrito por Josep Maria Verdaguer López

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