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Pues no. Si pensabas que te iba a decir que el frenillo está de moda, te has equivocado.
Es como si decimos que la lactancia materna está de moda cuando es lo que nos ha hecho sobrevivir como especie.
Son muchos los comentarios que escucho y que me llegan de que ahora el frenillo está de moda.
Quiero mostrarte la realidad de lo que ocurre para que tengas una visión amplia sobre este tema. Hay mucha más evidencia científica al respecto aparte de lo que te voy a contar.
Para que te hagas una idea, ya en la Biblia se hablaba sobre ello.
En la cita del Éxodo 4:10, en la que vemos a Moisés hablando con Dios:
“Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni después, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”.
O en el Nuevo Testamento, Marcos 7- 31:35, de cuando le trajeron a Jesús un hombre con problemas con el habla.
“Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien”.
Aristóteles también se pronunció acerca del frenillo, dijo que las personas que ceceaban y no hablaban bien era porque tenían la lengua atada.
En la Edad Media, eran las parteras las que cortaban el frenillo lingual con la uña. Se dejaban la uña del dedo meñique larga, y cuando el bebé nacía se lo cortaban.
También el rey Luis XIII, que nació en 1610, nació con frenillo lingual. Tuvo problemas para ser amamantado y se le hizo una cirugía de frenillo.
Con la incorporación del parto al entorno hospitalario y pasar a manos de los médicos, el procedimiento de cortar el frenillo se perdió completamente ya que hasta entonces lo habían estado haciendo las parteras.
Los bebés que no se podían amamantar a partir de 1900, empezaron a ser alimentarlos con leche de fórmula. Por lo que ante cualquier problema de lactancia, se ofrecía la leche artificial con el biberón y problema solucionado. Era taparse los ojos ante lo que realmente estaba ocurriendo, es decir, ponerle un parche.
El problema con el que nos encontramos las personas que nos formamos y actualizamos en este tema es que por no ser sanitarias ni llevar bata blanca no se nos toma en serio, no se nos cree cuando lo diagnosticamos. Se cree antes a un profesional con carrera universitaria, aunque no tenga conocimientos al respecto, que a nosotras que nos hemos preocupado de formarnos.
Por suerte, cada vez más profesionales se están especializando en frenillos pero porque así lo deciden ellos y se pagan sus formaciones ya que desde el sistema sanitario, esto se sigue sin tener en cuenta y ante cualquier problema de lactancia que se encuentra la madre, la culpa es de ella y de la t*eta.
Mi labor como Asesora de Lactancia es formarme y mantenerme actualizada para detectar un posible problema de anquiloglosia (que no es lo mismo que frenillo, frenillo tenemos todos) que limite la movilidad de la lengua y afecte a la salud del bebé y el bienestar de la mamá.
Y si, hoy en día hay muchos más frenillos porque hay muchas más mujeres que deciden dar amamantar a sus bebés y el síntoma del dolor alerta de que algo no va bien, a sea en la funcionalidad de la lengua del bebé o por un mal agarre, postura o posición. Y para eso, tiene que haber personas formadas que sepan valorar qué está ocurriendo.
Y claro que antes no había tantos, pero porque no se miraban ni se detectaban.
¡Lo que parece estar de moda es decir que el frenillo está de moda!
Sara Eva Ayllón. Asesora de Lactancia Certificada.
Escrito por Sara Eva Ayllón
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