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today10 julio, 2024 7 2

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Hablemos de límites, aquellos que no ponemos a los demás y tampoco, a nosotros mismos.

Disponemos de un arma arrojadiza, la de echarle la culpa al otro, lanzando esa famosa partícula emocional, el “me”. Me hizo, me gritó, me engañó. Nos lo llevamos a nuestro terreno personal, donde nos revolcamos en el fango una y otra vez, sin pararnos a pensar que esa persona no me engaña, esa persona, simplemente engaña. Es su naturaleza. Ahora bien, es tu responsabilidad quedarte o alejarte.

Al igual que todos somos el antagonista en la película de alguien, también tenemos nuestro porcentaje de responsabilidad (que no culpa) en la situación. De hecho, la culpa es el sentimiento más inútil que existe, puesto que no puedes cambiar la forma en la que actuaste en un pasado. Las cosas pasaron como tenían que pasar, ganamos la experiencia y aprendemos, para actuar mejor la próxima vez. ¿Se va a volver a repetir?. La vida nos pone la misma prueba una y otra vez hasta que la aprendemos la lección. Ahora toca pasar de nivel.

Los límites en la amistad

Llegados a este punto, en el que nosotros mismos somos capaces de determinar nuestro valor, nuestro futuro y hemos experimentado nuestros propios límites, comenzamos a poner señales de stop en nuestras relaciones con los demás. En este momento surgen dos opciones: las personas se alejan o las relaciones se transforman. Y es que, por miedo a la soledad, por la culpa de romper con una amistad de años, por ese sentimiento de ingratitud hacia esa persona que ha hecho tanto por nosotros, etc, nos quedamos sufriendo en vínculos que no nos favorecen. Quizás por miedo a la incertidumbre, y que llegue a nuestra vida, no alguien mejor, sino más acorde a nuestra versión del yo de ahora.

Los límites empresariales

Durante muchos años, en el emprendimiento me observé desde la otra esquina del despacho trabajando gratis, para todas aquellas personas a las que pensaba que les debía algo. Esa gratitud indefinida que mi árbol genealógico proyectaba como la salvia de un árbol vacío y dependiente. Me sentía mal al cobrar por mis conocimientos y por mi tiempo. Sin embargo, del otro lado si enviaban factura por cada consulta y movimiento que yo pedía. En este punto te planteas que cuando muchas veces dices que sí, te condenas en vida y en sociedad. El día que pongas un límite y un “no” de forma firme, comenzarás a ser la mala de aquella película que nombramos anteriormente.

Los límites en la pareja

Que decir de la pareja. En el amor se gana o se aprende, o también podemos decir, que te ganas a ti misma y te autodescubres. Con el tiempo vas descartando de tu mente una serie de perfiles, comportamientos y experiencias vividas que no quieres volver a repetir. Ese gesto, la forma de tratar a la camarera, o un “¿vas a salir así?, tápate”. Todo ello lo utilizas como combustible para atarte los cordones de las zapatillas y salir de ahí lo más rápido y pronto que sea posible. Se acabó el amor tóxico y los consejos de los no expertos en salud mental, que se jactan de dar consejos en redes sociales sobre cómo obsesionar a alguien, cómo recuperar a un ex y manipular su mente, creando el caldo de cultivo perfecto para el desarrollo de relaciones tóxicas.

Terminemos hablando de otra arma peligrosa, la manipulación. Aquello que hacen las personas para sacar un beneficio de ti bajo el sentimiento de culpa. “¿Cómo me vas a dejar sola?”. Terminas complaciendo a los demás y fallándote a ti misma. Al final todo se resume en que la gente hace cosas, y tú tienes varias alternativas con las que responder. Recordemos que el timón del barco de nuestra vida lo tenemos nosotros. De ahí esa frase: no hace daño el que quiere, sino el que puede. En este caso, al que se lo permitimos.

Feliz verano. Beban mucha agua, quiéranse mucho y no olviden ponerse cremita.

Dedicado a Alana.

Escrito por Raquel Valle

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