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Foto: Michael Discenza
Fuente: Unsplash
Dice Stephen King que lo que más ama de su trabajo es pasar horas en soledad en el despacho escribiendo sin que le moleste nadie y que lo que menos le gusta, es cuando llega el momento de dar a conocer sus libros al público, tener que socializar y pasar por entrevistas una detrás de otra para que la gente lo compre. El famoso y prolífico escritor es una persona realmente introvertida y él mismo lo ha comentado en alguna ocasión. No es que no le guste las personas, sólo él conoce ese detalle del contexto, pero sí es verdad que para un introvertido, el simple hecho de socializar nos supone un esfuerzo superior que para una persona extrovertida y eso nos lleva al agotamiento mental.
Ya sabemos que el rasgo introvertido, consiste en la tendencia de vivir hacia adentro más que hacia afuera, hasta el punto de sentirnos cómodos en nuestro mundo interior y dedicar horas e incluso días enteros a vivir en él. Somos personas que nos gusta “hablar con nosotros mismos”, meditar sobre nuestras cosas pensar, a veces incluso sobre pensar. Esto de cogerle el gusto a estar solo nos lleva a sentirnos más cómodos cuando hay pocas personas y de confianza, en donde podemos sentirnos ser nosotros mismos con más naturalidad. Claro que también socializamos, pero cuando así lo elegimos, no nos sentimos cómodos cuando se nos presiona como si fuese algo necesario estar socializando continuamente.
Los introvertidos socializamos a nuestro ritmo y este mundo en muchas ocasiones, demuestra estar hecho para ritmos rápidos.
Existe una diferencia muy grande entre una persona con un rasgo extrovertido intenso, frente a una persona con un rasgo introvertido más intenso a la hora de con otras personas. La persona extrovertida siente que necesita recargar pilas cuando socializa en su tiempo libre, mientras que la persona introvertida necesita recarga pilas cuando está sola en casa haciendo cosas más internas, como por ejemplo leer, ver una película o serie, pintar, meditar o haciendo cosas que le hagan sentirse cómoda, quizás en compañía, pero de pocas personas y de confianza.
En realidad todos en mayor o menor medida tenemos en ciertos momentos niveles de introversión, así que todo el mundo en un momento dado puede agotarse de tanto socializar. Ya de hecho el psicólogo y alumno de Freud, Carl Jung, afirmó que no existe el introvertido o extrovertido enteramente “puro”, sino que cada uno de nosotros se encuentra en un punto diferente, dentro de una escala. Mientras unos son más introvertidos, otros son más extrovertidos. Pero todos nos veremos en algún momento de nuestras vidas comportándonos como habitualmente no parecemos ser, porque encontraremos comodidad en alguna circunstancia más propia del rasgo opuesto.
¿Por qué nos agotamos los introvertidos cuando socializamos?
Según nos dice la ciencia, el cerebro de una persona introvertida vive el acto de hablar con mucha gente en poco tiempo como un gasto de energía a un nivel mucho más elevado que para el cerebro de una persona extrovertida. Esto se debe a que el cerebro de la persona introvertida prioriza otras actividades que para ella son más fructíferas de manera personal, como por ejemplo la habilidad de la creatividad, el ejercicio de introspección, la reflexión y por supuesto, un análisis exhaustivo y previo al acto de socializar.
Como ejemplo anecdótico de la introspección y creatividad, podemos ver una historia del genio Salvador Dalí, del que se le conoce unos niveles elevados de introversión. La anécdota ocurrió una noche en la que había quedado junto con su mujer para pasar una sesión de cine con unos amigos. En el último momento Dalí dijo que se encontraba indispuesto y no asistieron. Oficialmente quedó en la historia como una realidad que se encontraba enfermo, sin embargo, esa noche que no fueron al cine, el genio pintó uno de sus cuadros más famosos, de más nivel y más reconocidos a nivel mundial, “Los relojes”. Aunque oficialmente se encontraba enfermo, muy probablemente se tratara de una simple excusa para no asistir, porque esa noche no le apetecía estar con más gente. Además, ya tendría en su mente la inspiración y la idea del famoso cuadro de los relojes en su genial mente y no le apetecía dejarlo para el día siguiente, simplemente quería disfrutar de esa inspiración introspectiva.
Bien, pues si nos paramos en el último de los puntos comentados anteriormente, lo del análisis previo al acto de socializar es realmente fascinante, y se refiere al momento justo en el que llegamos al lugar en el que vamos a socializar y antes de comenzar con ello. Es en ese momento que los introvertidos primero miramos a nuestro alrededor, evaluamos la situación, el lugar, la gente que hay, los tipos de posibilidades que hay para todo lo que queremos hacer, quienes son los que hay, si los conocemos o no, en qué circunstancia se encuentran para acercarnos y entablar una conversación, etc… así contado es algo que puede sonar caótico y muy complejo pero nada más lejos de la realidad. Es un acto que realizamos primeramente para ordenar nuestra mente y las acciones que vamos a hacer a continuación. Esto que hacemos los introvertidos justo antes de empezar a socializar es nada más y nada menos que una previa evaluación de toda la situación, para justo después tomar decisiones que nos harán pasar a la acción.
Una persona más extrovertida no siente la necesidad de hacer nada de eso, es más, ni siquiera se para a pensar en ello. Simplemente entra, mira y actúa. Es más sencillo. Sin embargo los introvertidos nos caracterizamos por evaluarlo todo antes de tomar cualquier decisión y actuar, porque por pequeña que sea la decisión, podría tener ciertas consecuencias y a los introvertidos nos gusta estar preparados para todo lo bueno y lo malo que pueda pasar. De hecho, sabemos que las personas introvertidas pensamos mucho cualquier cosa antes de llevarla a cabo, todas las posibilidades, posibles soluciones, consecuencias, maneras de hacerlo, etc y solo cuando lo tenemos realmente claro, es cuando actuamos.
Los introvertidos no nos caracterizamos por ser precisamente impulsivos.
Entonces, si tuviéramos que realizar una lista de actos concretos que nos agotan en el momento de socializar, serían los siguientes (Hay que tener en cuenta también que hay diferentes niveles de introversión y por ello mientras algunas personas solo cumplen dos o tres características, otras con mayor nivel puede cumplirlas todas o incluso más de las que aparecen aquí):
• Cuando estamos manteniendo una conversación con otras personas, pensamos bastante en qué vamos a decir y cómo lo vamos a decir.
• Nos enfocamos mucho no solo en qué es lo que las otras personas están diciendo, sino también en cómo lo están diciendo.
• Muchos introvertidos también sobre pensamos y sobre evaluamos toda la información que estamos recibiendo.
• Procuramos hacer un esfuerzo por amoldarnos al ritmo de las otras personas, en el caso de que ese ritmo sea más rápido que el nuestro.
• Las personas introvertidas solemos ser muy observadoras, por lo que no nos limitamos a hablar y escuchar, también observamos todo los detalles que rodean a todos los interlocutores y que también nos da información sobre la conversación o situación específica.
• Cuando hablamos en grupos grandes, exponemos en una reunión o hablamos en público nos sentimos extremadamente expuestos y esta tensión también agota, a veces en extremo.
• Las personas introvertidas tendemos a tener intereses en temas muy específicos, algunas veces nos dejamos llevar por la fascinación en esos temas hasta niveles obsesivos. Esto hace que se complique la socialización en muchos casos al no ser fácil ser parte del intereses de la mayoría. De aquí la importancia del conocimiento y el uso de las habilidades sociales, para poder compartir conversaciones del interés de los demás, esto es algo que por supuesto se puede hacer e incluso disfrutar.
• En el caso concreto de las personas que debido a un mayor nivel de introversión tienen carencias en las habilidades sociales, se les suma el esfuerzo a la hora de llevar a la práctica los conocimientos que tienen sobre esas habilidades. Esto conlleva una intensa auto evaluación durante las conversaciones para estudiar bien lo que se va a decir y cómo se va a decir. También sobre el comportamiento que tienen mientras lo hacen. Se fijan más en las reacciones de la otra persona y así pueden testear si lo están haciendo bien o no ¡Y esto realmente agota muchísimo!
A parte de todo lo comentado hasta ahora, existen también estudios que demuestran que los dos perfiles responden de manera diferente a las recompensas a la hora de socializar.
Estas recompensas son variables como por ejemplo conseguir contactos nuevos, acercarse a una persona que le agrada, lograr posibilidades de ascenso o disfrutar de una cena.
Según los resultados de esos estudios, las personas extrovertidas poseen un sistema de recompensa de dopamina mucho más activa que las personas de perfil introvertido, por lo que la sensación de recompensa después de haber logrado algo de eso, es diferente. La persona introvertida sentirá esos niveles de dopamina en otras circunstancias que requieran de menos personas, o de más tiempo en soledad como actividades creativas por ejemplo.
El hecho de que esos niveles de dopamina que es lo que regula la motivación sea más bajo en las personas introvertidas, hace que elementos como el ruido, la actividad del grupo en general o las luces puedan llegar a ser realmente molestos y agotadores para este tipo de personas. Esta es otra de las razones por la que las personas introvertidas pueden sentirse en un momento dado lo suficientemente incómodas, como para decidir marcharse a casa a descansar.
Por causa de todo lo que hemos visto hasta ahora, es que tú, introvertido e introvertida, cuando sales a socializar, has de volver a casa antes e incluso sientes que no puedes socializar muchos días seguidos. Te conoces bien y sabes que necesitas un espacio de descanso entre una reunión y otra. ¿A que sí?
Así que cuando vuelvas de estar socializando en una fiesta, no te extrañes si al llegar a casa necesitas descansar para reponerte, no coger llamadas, no responder wassaps, ni volver a quedar hasta que te hayas “recompuesto” mentalmente. Te sentirás en plena “resaca de introvertido”. Tú sigues siendo una persona normal y la sociedad puede esperar.
No tienes nada que cambiar, solo tienes que encontrar tu manera de actuar con respecto a tus emociones y estados, nada más.
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Eva María Arrabal Martín.
Coach personal, especializada en habilidades para personas introvertidas y coach empresarial y formadora, especializada en habilidades para vender más y mejor. Autora del libro “Coaching, caminando hacia el Ikigai” y creadora del podcast “Introverso”, el podcast para las personas introvertidas. Premio al prestigio profesional por el «Foro Europa 2001» en el año 2016.
Escrito por Eva Maria Arrabal Martín
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