¿Y ahora qué? La resaca emocional tras la sexta edición de TEDxPlazaWeyler

Abres los ojos por la mañana y recuerdas que todo vuelve a estar en silencio. Los aplausos se han guardado en el cajón junto con el atrezo y te despides: ¡Hasta el próximo año!
Haces un balance de lo que has crecido con esta nueva experiencia y sobre todo de lo mucho que la has disfrutado. En la mente va y viene la palabra resiliencia, un término que ha sonado en las emisoras durante las múltiples entrevistas, pero también en la boca de allegados durante estos últimos meses.
A veces olvido que estoy viviendo momentos, que en el pasado fueron sueños que llevaban un cartel de “ojalá”. Supongo que la prisa por vivir y la motivación montada en un ferrari a 200 km por hora, va impulsada por ese miedo a pensar que voy a morir joven. Por ello, dejo tras de mí, novelas publicadas y un sinfín de contenido digital que queda en la red para siempre. Lo que queda por escrito permanece, aunque trascienda y al final lo que quede de nosotros sean los recuerdos y un apellido que decides honrar por encima de todo lo que ha venido y vendrá. Se cierra el telón, se apagan los focos y miras hacia arriba. En voz en off refuerzo nuevamente mi promesa. “Yo nunca me rendí”.

Honor, fidelidad, respeto.

Criada bajo una educación militar y unos valores férreos transito por el camino del emprendimiento sin ser consciente de la fuerza interior que hay dentro, o lo que es conocido también como resiliencia. En este punto se entremezclan mis ganas de vivir, disfrutar de experiencias nuevas, crear y ese miedo a que el tiempo no me alcance. Después de un largo camino de autoconocimiento puedo concluir con que estos son los ingredientes que me hacen continuar por esta autopista del emprendimiento, por la que me dirijo a un punto en concreto, pero también con esa incertidumbre de que en cualquier momento, cualquier cosa, puede pasar. Intento no pensar mucho en ello, sino en continuar creando espacios, donde las personas con ideas, con proyectos e
historias que contar, dejen de situarse en los márgenes de la sociedad y tengan voz. Esa misma voz que muchas mujeres perdemos ante situaciones en las que nos volvemos pequeñas e invisible, también para nosotras mismas. Momentos en los que nos atraviesan las creencias limitantes, sin previo aviso, y aquellas inseguridades que susurran que no es suficiente y que esto no está hecho para ti.
Soy fiel creyente de que todo el poder reside en nuestra mente, porque he llegado a lograr metas deportivas cuando en mis pulmones no cabía una partícula más de oxígeno, o cuando mis músculos me decían hasta aquí llegamos. Pero también creo que el entorno sí importa y que las famosas personas vitamina nos nutren y aparecen en los momentos donde nuestro corazón nos dice que sí, aún a sabiendas que el cerebro y cuerpo opinan lo contrario.
Hablamos vagamente de palabras, las pronunciamos y nos comunicamos con nosotros mismos, inconscientes de que su impacto frontal repercute directamente en nuestras emociones, pensamientos y resultados. Un simple “venga, tú puedes” lo cambia todo, sobre todo cuando aprendes a decírtelo a ti misma, ser tu propia porra. Apuestas por ti y llegas a la conclusión de que pase lo que pase, has disfrutado del camino y has aprendido de la experiencia.
¿Qué toca ahora? Integrar. Muchas veces no dejamos tiempo para digerir todo lo que ha pasado. Interrumpimos nuestra digestión emocional, cerrando la puerta de un proyecto y “a otra cosa mariposa”. Creo que el momento de reflexión es vital para hacer un check list interno de lo que está bien y de aquello que se puede mejorar. Ese feedback que te hace replantearte qué te apetece hacer a partir de ahora realmente. Sin la influencia de terceros, sin ataduras y soltando mochilas cargadas de responsabilidad. Es momento de mirar hacia adentro, alumbrando con una linterna, por mucho miedo que dé. Y sí, las emociones, cada una de ellas, son completamente válidas y vienen a enseñarnos algo. Tenemos el poder de encender la luz y ver, vernos y escucharnos.
Cierra los ojos. Respira y desde el corazón pregunta. ¿Y ahora qué?.